La agricultura es la columna vertebral de la economía. Es la industria que sostiene a todas las demás industrias a través de sus materias primas, procesos, productos terminados e incluso desechos. El cultivo de plantas y la crianza de animales afecta la estatura de un país tanto de manera tangible como no tangible. La gente percibe las actividades agrícolas como pan comido. Sin embargo, no es tan fácil como parece. Diversas actividades requieren diferentes condiciones ambientales. Además, diferentes plantas y animales requieren diferentes condiciones óptimas para llevar a cabo sus procesos metabólicos para un crecimiento y rendimiento adecuados.
Tomemos el ejemplo del cultivo de hongos, por ejemplo. Las fases iniciales de crecimiento de los hongos comestibles, llamadas ciclo de desove, requieren niveles elevados de dióxido de carbono (10 000-20 000 ppm). Una vez que el crecimiento se vuelve evidente, los agricultores deben mantener la concentración de CO2 entre 800 y 1500 ppm, según la naturaleza del hongo. Convencionalmente, los agricultores mantienen todas las condiciones manualmente. Cambiar entre requisitos tan extremos no solo es agotador, sino que también consume mucho tiempo, es costoso y físicamente exigente. Cualquier desliz menor puede resultar en que todo el trabajo duro se vaya al desagüe. Además, la probabilidad de producción de rendimiento inferior al estándar es mayor que el final siendo rechazado.